Esta leyenda nace en el barrio de Xonaca, Puebla, el gobernador Maximino Ávila Camacho tenía una hermosa quinta de verano, en la cual vivía un trabajador junto a sus adorables hijos, un niño y una niña de aproximadamente 6-7 años, un día lluvioso el los despidió antes de que se marcharan a la escuela, sin saber que sería la última vez que los vería…
Ese día el niño llevaba un overol azul, traía una sombrilla para protegerse de la lluvia, abrazó a su hermanita, quien llevaba un vestido amarillo, y juntos se marcharon caminando hacia la escuela. Lamentablemente los niños nunca llegaron a su destino y tampoco regresaron a casa. Todos los lugareños buscaron y buscaron pero nunca los encontraron, al pasar de los días asumieron que los niños habían caído a un pozo de agua, del cual nunca pudieron salir…
El Gobernador mandó colocar en su honor, una fuente con la estatua de los niños perdidos; Desde que el monumento fue instalado, manifestaciones paranormales han ocurrido, pues se dice que las estatuas cobran vida después de la medianoche y deambulan por las calles, se pueden escuchar sus inocentes cantos y sus siniestras risas desde la fuente hacia sus desolados alrededores. Como todo niño, ellos también hacen travesuras, pues de vez en cuando arrojan piedras a los carros y a las personas que pasan por la fuente.
Las personas que los conocían, decían siempre ver a los inseparables hermanitos cantando y jugando, su lazo era tan grande que permanecieron juntos para siempre, incluso después de la muerte.
Atte: Edy Doo
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