Como algunos de ustedes ya saben, hace tiempo fui al Museo de Ocultismo de los Warren para visitar a Lorraine y Annabelle, y aunque ya les conté mi experiencia en el museo, no les conté lo que vino después de visitarlo…
En ese entonces yo estaba estudiando en Ottawa, Canadá, cuando de pronto en Facebook vi la convocatoria de que las puertas del museo de los Warren serían abiertas poco después de Halloween, le pedí a un amigo canadiense que me acompañara al museo y aunque el es un poco escéptico accedió, manejamos por alrededor de unas 8 horas, hasta que llegamos a esa hogareña pero desolada casa de Lorraine. Después de una larga platica y ver el vídeo de un exorcismo real, llegó la hora de entrar al museo, el cual estaba en el sótano, antes de bajar Lorraine nos advirtió que no tocáramos ninguno de los objetos encantados, porque a pesar de que son bendecidos para apaciguar su maligna naturaleza, muchos de ellos aún manifestaban fenómenos paranormales, pero en varios descuidos nosotros tocamos muchos de ellos incluyendo la caja donde tenían encerrada a Annabelle.
Esa noche entré al museo con un amuleto de protección que me habían regalado, al finalizar la velada manejamos de madrugada rumbo a un motel de Connecticut para descansar, cuando de pronto me percaté que el amuleto que tenía por años ya no estaba. Después mi amigo comenzó a bromear con que Annabelle lo tenía y que me iba a estirar los pies en la noche… A mí no me causaba mucha gracia.
Bueno ya estábamos en el motel, era un poco austero pero su precio era muy accesible y tenía lo suficiente para dormir cómodamente… En medio de la madrugada un grito me hizo despertar, al momento de querer prender la lámpara me di cuenta que no había luz y mi amigo me decía que le habían jalado los pies.
Aunque me daba un poco de temor, me tenía que levantar para ir por mi celular que se estaba cargando junto a la televisión, fui por él y trate de prender el foco, el cual para mi sorpresa si funcionaba, extrañamente la lámpara que había usado antes, era la que ya no servía.
Al día siguiente nos regresamos a Canadá, donde sucesos muy extraños por no decir paranormales me comenzaron a suceder, el hecho de que yo estaba solo allá y por mis experiencias que me pasaron de chico, ya me estaba empezando a preocupar, yo suelo usar un rosario o crucifijo en mi cuello, hasta que de pronto mi crucifijo que había usado desde chico de la nada explotó, después lo remplace por el rosario y al tercer día explotó también, y así me siguió sucediendo por semanas hasta que se me acabaron los repuestos, obviamente tuve que comprar más.
Después de que le conté a una amiga de Monterrey, quien también estudiaba en Ottawa, me comentó de un compañero de Turquía que leía el café, después de que me lo presentó quedamos que al acabar las clases nos viéramos en la cafetería. A pesar de que ya había ido a lecturas de cartas, nunca había ido a que me leyeran el café, la verdad es que quede sorprendido, pues todo lo que me leyó sobre mi pasado era verdad, me describió perfectamente escenarios y situaciones por las que había pasado incluso mencionó la ouija en mi vida, sobre el futuro me comentó algunas cosas, y aunque había cosas buenas que espero con ansias, también había algo que me perturba un poco…
Aunque todo era muy interesante, yo lo que quería saber era de mi presente, pero lo que el veía no me lo podía decir, solo me pidió que confiara en él y el me ayudaría, que el se encargaría de aquello que me perturbaba. Antes de acabar la sesión, me tocó un poco el rostro mientras recitaba unas oraciones en su lengua natal, yo supongo. Aunque yo esperaba que me cobrará a cambio de esa lectura, me dijo que su don no era para lucrar y se retiró estrechándome su mano…
Después de ese día ya nunca lo volví a ver, y no porque le haya pasado algo malo, si no que ese día era el último de clases. Aunque se me hace casi imposible volver a verlo, espero algún día tener la dicha de agradecerle lo que hizo por mí, porque después de eso, ningún crucifijo volvió a explotar… Hasta que empecé con “Mi historia con la ouija”.
Atte. Edy Doo
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