No importa en qué lugar de Venezuela te encuentres, en algún momento escucharás algunas de estas terroríficas historias de conocimiento cultural. Desde “María Lionza” hasta “La bola de fuego”. Pasando por el popular mito de “El Silbón”, “El ánima sola” y terminando con la leyenda de “El hachador perdido”.
Y es que Venezuela (al igual que México) es un país multicultural lleno de historias, leyendas, mitos y misticismo. Estas son las 5 mejores leyendas venezolanas que todo amante del terror debe conocer.
María Lionza
Hace algunos años, durante la época de la conquista española, el líder de la tribu de los indios caquetíos tuvo una hija de ojos impresionantemente claros. Producto de la relación con una mujer de linaje blanco.
Según las leyes y creencias de la aldea caquetio, la niña debía ser sacrificada en un ritual en honor al “Dios Anaconda” para que la desgracia no llegara al antiguo pueblo.
Sin embargo, el padre de la pequeña optó por evadir el sacrificio y un acto desesperado, decidió encerrar a la niña en una choza con 22 guerreros bajo su custodia.
La niña pasó los años en aquella choza hasta que un día, por descuido de los guardias, la pequeña pudo escapar hacia el río. En aquel lugar pudo contemplar por primera vez su reflejo. Pero también fue testigo de cómo el gran Dios Anaconda emergía del agua sin previo aviso.
Cautivado por la belleza de la inocente niña, la entidad decidió tomarla para sí mismo. Y en un abrir y cerrar de ojos, el siniestro animal abrió sus fauces para devorarla de un bocado.
El padre, al darse por enterado, entra en cólera y decide castigar al espíritu. Pero este comenzó a hincharse hasta que las aguas del río se desbordaron, causando una gran inundación.
La tribu desapareció por completo, y la serpiente terminó reventando por la hinchazón que generó en su cuerpo. Del cuerpo moribundo del Dios Anaconda salió María Lioza. Una hermosa doncella convertida en deidad, protectora de las aguas, los peces, la naturaleza y el amor.
Las tribus vecinas en realidad la nombraron “Yara”, pero con la llegada de los españoles al territorio en pro del catolicismo, su nombre se cambió a “María Lionza”. Desde entonces, su poder se vincula con la paz y el equilibrio natural. Siendo un culto vigente hasta la fecha.
La bola de fuego
La leyenda de “La bola de fuego”, “La BoleFuego” o “El candilejo”, es tan antigua como los pueblos mismos. Lo cierto es que en diferentes localidades de Venezuela, muchos pobladores han asegurado ver una especie de bola de fuego aparecer de la nada y desaparecer de la misma forma.
Se dice que es el espíritu de una mujer que fue quemada junto con sus hijos en algún punto de la historia. Además, se dice que es necesario evitar los rezos cuando La BoleFuego aparece, ya que suele sentirse atraída por las peticiones de índole religioso.
Otras versiones aseguran que la mujer en cuestión se llamaba Candelaria, la cual estaba casada con Esteban. Un músico bastante parrandero que, además de no estar en casa, también gastaba el poco dinero de Candelaria en alcohol y mujeres.
Harta del egoísmo de Esteban, Candelaria toma un hacha y le quita al viejo músico la vida. Acto seguido, obliga a sus dos hijos a ocultar el cuerpo para que nadie pudiese encontrarlo.
Los años pasan y Candelaria muere. Pero Dios la castigó convirtiéndola en una bola de fuego errante. Desde entonces, dicen que La BoleFuego aparece en las planicies de los pueblos solitarios para perder a los viajeros.
El Silbón
En los llanos venezolanos aparece “El Silbón”. El alma en pena de un viejo solitario que aparece a mitad del llano silbando de manera antinatural. Mide unos 6 metros, es extremadamente delgado y además de llevar un sombrero de paja, también lleva un saco.
Dicen que en ese saco están los huesos de su padre. A quien devoró en un arrebato inexplicable de odio. Tras esto, su madre lo maldijo fuertemente y lo expulsó de sus tierras. Condenándolo a una vida eterna sin sentido.
Años más tarde, el silbido sobrenatural suele escucharse en los llanos venezolanos. Entre más lejos se escucha, más cerca está. Y entre más cerca, más lejos. Es “El Silbón”. Cuyo silbido es en realidad un alerta de muerte.
Si lo escuchas, pierdes la vida…
El ánima sola
Cuentan que en las noches de densa penumbra, “El ánima sola” aparece para espantar a los conductores nocturnos. No tiene ningún propósito, y su aparición no es un aviso de muerte.
Se dice que en vida fue alguna vez una hermosa mujer llamada Celestina Abdenago. Quien fue condenada a muerte por negarse a beber “la sangre de Cristo”.
Pese al susto que puede causar, dicen que “El ánima sola” no es más que un espíritu que busca redención. Por ello, en vez de asustar directamente, simplemente aparece en medio de la nada buscando un motivo.
No hay conductor nocturno que no la haya visto.
El hachador perdido
Esta es la historia de un leñador que anhelaba trabajar en su propio féretro. Razón por la cual decidió introducirse en la maleza para buscar madera. Sin embargo, era viernes santo. Lo cual ya era indicativo de mal augurio.
Así que al levantar el hacha contra el mejor árbol que encontró, Dios lo condenó. Desde entonces, se dice que un hachador desconocido deambula por los bosques para atacar a los cazadores furtivos.
Un mito que ha trascendido en el tiempo y que los abuelos siguen contando pese a la modernización.
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