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Lecumberri: Terror humano que supera la ficción

Lecumberri: terror humano que supera la ficción

Hace varias semanas se cumplió un año más de la inauguración de uno de los centros penitenciarios de México más perturbadores. Nos referimos a la cárcel de Lecumberri, también conocida como El Palacio Negro, debido a su oscura fachada. Antes de convertirse en la sede del Archivo General de la Nación, fue albergue de decenas de peligrosos criminales y sitio de escenas que superan al terror de la ficción.

Incluso luego de varios años de su clausura y desalojo, la cárcel de Lecumberri conserva la huella de aquellos horribles años. De hecho, hay quienes aseguran escuchar ecos que expresan el terror que vivieron los reclusos. Condiciones inhumanas, torturas e incluso muerte, rodean la historia de uno de los edificios más importantes de México.

Historia de la cárcel de Lecumberri

Durante el gobierno de Porfirio Díaz, tuvo lugar el levantamiento de una de las construcciones que buscaría reflejar la imagen del país al resto de las naciones. Sin embargo, en lugar de corresponder a una economía fuerte e imponente, a través de un edificio grande y moderno, mostró la crueldad y la corrupción de las autoridades penitenciarias.

El edificio fue inaugurado el 29 de septiembre de 1900, y por 76 años funcionó como penitenciaría, como respuesta de la Reforma al Código Penal de 1871. A partir de este punto, estuvo involucrado a varios eventos históricos importantes e inspiró libros que hablan acerca de todo el terror que escondían sus muros.

En el interior de la cárcel de Lecumberri, también se albergaron figuras celebres de la literatura, como:

  • William Burroughs.
  • José Agustín.
  • David Alfaro Siqueiros.
  • Pancho Villa.
  • José Revueltas.

Uno de los eventos más conocidos, está relacionado con la muerte del presidente Francisco Madero y el vicepresidente José María Suárez. Luego de su renuncia al puesto, fueron llevados a la prisión, donde fueron recibidos con un disparo fulminante, para luego ser enterrados en el recinto.

Lecumberri: terror humano que supera la ficción
Lecumberri

El Palacio Negro

La cárcel de Lecumberri es descrita usualmente como una gran estructura en forma de estrella, la cual se distribuía en siete brazos, como parte de una presión psicológica. De esta manera, los reos se sentían vigilados en todo momento por parte de los guardias de la prisión.

A pesar de que, en un principio, las celdas de la cárcel contaban con su respectivo baño y cama, comenzaron a retirarse, según la galería en la que se encontraban. De hecho, existían celdas de castigo en donde no había baño y se mantenían oscuras, frías y sin ventilación. No agradarles a los guardias podía ser una razón para ser encerrado allí. 

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Sobrepoblación en el infierno

Hay que comenzar mencionando que el diseño de la cárcel de Lecumberri estaba planeado para 996 personas, contando hombres, mujeres e, incluso, menores edad. Cada sección contaba con galerías que buscaban agrupar a los prisioneros con sentencias similares. Sin embargo, este control se fue perdiendo poco a poco, hasta llegar a finales de la década de los 60s.

La represión por parte del gobierno durante el movimiento estudiantil de 1968 llevó a la mayoría de sus integrantes al Palacio Negro. En este infierno, muchos estudiantes de la UNAM y el IPN fueron encerrados, torturados y, finalmente, asesinados. Para 1971, la cárcel de Lecumberri albergó hasta 3,800 personas.

Como consecuencia, las condiciones de higiene y sanidad alcanzaron niveles inhumanos. El mantenimiento de las instalaciones era prácticamente inexistente. La calidad de vida y los recursos para suplir las necesidades más básicas, incluyendo la alimentación, desaparecieron.

Es necesario destacar que, para este punto, la jerarquía de criminales y la distribución de sus galerías se había perdido. Como consecuencia, jóvenes estudiantes se veían en la obligación de convivir entre reos peligrosos. Para este punto, en las celdas de la Lecumberri podían convivir hasta 18 personas.

De cárcel al edificio más importante de México

Afortunadamente, la década de los setenta supuso el final de aquel infierno al que estaban expuestos más de tres mil personas, ya que la cárcel de Lecumberri fue desalojada y, definitivamente, cerrada. Las razones eran muchas. Para comenzar, las condiciones eran inadmisibles, a causa de la sobrepoblación y la falta de atención a necesidades básicas.

No obstante, las verdaderas razones del cierre de Lecumberri se debieron al escándalo que provocó dos de los escapes más famosos que ocurrieron en la prisión. El primero fue la del narcotraficante Dwight Worker, quien escapó disfrazado de mujer. Mientras que el segundo fue liderado por Alberto Sicilia Falcón, también conocido como “El Cubano”, a través de un túnel que terminaría en la avenida Héroe de Nacozari.

El testimonio de ambos casos provocó una ola de escándalos que ponían en evidencia las espantosas condiciones en las que se encontraba el Palacio Negro. Luego de una reubicación anticipada, se optó por conservar la estructura, en lugar de demolerla, como se había pensado. Actualmente, guarda la historia de todo el país, como la sede del Archivo General de la Nación.

Incluso luego de su cierre, los actuales trabajadores del antiguo Palacio Negro de Lecumberri, aseguran escuchar desde susurros y ruidos extraños, hasta claros gritos y lamentos nocturnos.

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