Este relato es completamente real, sin exagerar ni mentir… sucedió en Monterrey, hace tiempo…
Yo soy taxista, y un matrimonio me contrató para que todos los días a las 2 a.m. los recogiera en su negocio. Ellos siempre eran mi última vuelta y el recorrido que hacía era de Pablo Livas a Juarez, era un poco larga la distancia, pero no tenía problemas porque me quedaba de pasada para mi casa, el único problema es que me desocupaba muy tarde.
Un viernes normal fui por ellos, y en el trayecto de la avenida vi a un hombre discutiendo con un colega taxista, se me hizo muy extraño pero no le tomé importancia así que seguí mi camino hacia el fondo para llegar a la colonia de mis pasajeros y más adelante me percaté que una parvada de hombres borrachos, iban caminando sobre la calle.
En fin, llegamos y mis pasajeros se bajaron, y me fui de regreso… Cuando iba en camino volví a ver a la pandilla caminando igual, gritando como si fueran haciendo travesuras.
Seguí derecho y como a unas escasas cuadras volví a ver al sujeto anterior que parecía discutir con el taxista, pero esta vez estaba él solo y me hizo la parada.
La verdad ya estaba muy cansado pero pensé “tal vez quiere que lo lleve cerca”… Así que me detuve lentamente y al preguntarle me pidió que lo llevara a la Estanzuela (es muy lejos, casi al otro lado de la ciudad), le dije “No, como cree señor es muy tarde para ir hasta allá, yo no voy y no lo van a llevar ahorita, mejor devuelvase porque ahí viene una bola de malechores que le pueden hacer algo”.
El joven me dijo “¡No me puedo devolver!, no se donde estoy, me perdí y el otro taxista me bajó”.
Me insistió mucho y hasta me dijo, “¿cuanto quieres?, Llevame, sacame de aquí y te pago lo que me pidas, ¡por favor!”.
Tal vez estuve mal pero aún así le contesté
“No, lo siento señor”, y me fui…
Seguí mi camino y por Monte Kristal (el nombre de una avenida), hay un pedazo de monte grande y oscuro, justo en ese lugar ví en la orilla a una mujer llorando. Era una señora normal; se veía mayor, con pelo corto y chino muy peinadita, de su cuerpo era rellenita, y no me hizo la parada, lo recuerdo bien…
Pensé en pararme pero no quise meterme en asuntos que no eran míos, simplemente baje la velocidad y cuando pasé por un lado de ella, mi carro se apagó de la nada.
Yo pensaba que era por que iba manejando despacio, entonces volví a dar marcha, pero este ya no quiso prender. De pronto, cuando me asomé hacia la ventana me percaté que aquella mujer me observaba fijamente. Bajé la ventana de mi carro y antes de yo siquiera decir algo me dijo llorando… “Llévate a mi hijo, me lo van a matar”.
Les juro que al ver su expresión sentí un terror inmenso, comencé a temblar y mi cuerpo se paralizó totalmente… La señora se acerca aún más y con la luz del carro pude notar que su tez era amarillenta, sin una pizca de color, su cara huesuda y con muchas ojeras.
Claramente era una difunta, un fantasma o como quieran llamarle, yo me volteé hacia el frente y desesperado intenté prender mi carro mientras que ella me repetía, “llévatelo, no lo dejes ahí me lo van a matar”.
No sé ni porque, pero le puse el cambio en reversa y de la nada el carro se prendió, y con tanto temor de verla acelere tan rápido que me acerqué hacia donde estaba el joven y le dije “rápido, súbete”…
La pandilla estaba como a 100 metros de él, cuando de reojo vi que comenzaron a correr hacia nosotros, inmediatamente aceleré el carro y corrieron aún más rápido atrás de nosotros, pero gracias a Dios no nos alcanzaron, pues aún estaban un poco alejados.
Mi pasajero y yo estábamos sorprendidos, no decíamos absolutamente nada…
Cuando pasé nuevamente por dónde había tenido el espeluznante encuentro con la señora ya no había nadie ahí…
Con miedo seguí mi camino, y cuando tomé una curva por donde esta una quinta abandonada, volteé a ver por el retrovisor y para mi escalofriante sorpresa, ¡la señora iba con él!, estaba sonriendo, tenía mis manos y mis pies duros, no podía frenar solo temblaba y casi lloraba de miedo, ¡se los juro!.
Cuando llegamos por Soriana San Roque tuve el valor de volver la vista hacia el retrovisor y ya no iba la mujer, había desaparecido.
Entonces pude respirar más tranquilo y me detuve, el joven inmediatamente volteó a verme y me dijo “por favor, no me deje aquí, no sé cómo devolverme… me vine con unos amigos a una quinta pero pelearon y todos corrimos y yo no conozco aquí. Le repito lo mismo cóbreme lo que quiera.”
Entonces me quedé pensando y sabía que no podía arriesgarlo, no pude dejarlo ahí y solo le dije “esta bien” y nos fuimos. Pasó un buen rato para que yo pudiera tranquilizarme y hablar…
Le saqué platica diciéndole que ese lugar estaba muy feo de noche y advirtiéndole que ya no se volviera a meter por esa zona, ya que lo más seguro es que la pandilla le hicieran algo muy malo…
Él me dijo que cuando los vio acercarse tenía miedo, quiso correr pero sabía que lo alcanzarían. Dijo que estaba tan asustado que le pidió a su mamá que lo ayudara… pues hace dos semanas atras ella había fallecido.
Ahí fue donde entendí y le comencé a preguntar que si su mamá tenía tales características, y el joven sorprendido me preguntó que como es que yo sabía como era, le dije “ahorita ella venía contigo, y ella me mandó a recogerte”…
Se puso a llorar con un sentimiento tan triste, que me dio mucha lástima y lloré con él.
Finalmente llegamos a donde él vivía y me despedí de él diciéndole “Cuídese señor, ya deje descansar a su madre”, él me agradeció tanto al punto de quererme dar un abrazo.
Cuando me retiré de ahí eran casi las 4 de la mañana y mejor decidí quedarme afuera de un Oxxo tomando café, esperando que amaneciera un poco para poder regresarme.
Está fue mi experiencia, yo la viví y nadie me lo contó, es completamente real… ¡Esa mujer me mandó a proteger a su hijo!
Joaquín (convocatoria de relatos de terror Edy doo)
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