Corea es reconocido a nivel mundial por su manera de contar historias de espanto. De hecho, son tantas las leyendas coreanas de terror que se desprenden de esta región de Asia Oriental que la mayoría se han adaptado al cine con gran éxito.
Entre ellas destacan “El ser de Bongcheon Dong” y “Las ostras” por tan sólo citar algunas. Además, dicen que la mayoría de las leyendas están malditas. Y es que con tan sólo leerlas, ya le abres la puerta a las feroces entidades del más allá.
El ser de Bongcheon Dong
La leyenda resume la historia de la señora Cho. Quien cansada de tantos problemas y complicaciones, decide quitarse la vida lanzándose por un edificio de la ciudad de Bongcheon Dong.
Desde entonces, dicen que el fantasma de la señora Cho deambula por las calles cercanas al edificio. Sigilosa y de mirada punzante, la entidad aparece y desaparece en medio de la nada, e incluso muchos aseguran que en días de mayor niebla y oscuridad, el espíritu errante ha preguntado directamente por su hijo.
Por esta razón, se piensa que la señora Cho dejó asuntos inconclusos con sus familiares, mientras que otros aseguran que durante su infancia fue víctima de maltratos y abusos de diferente índole.
Sea como sea, si caminas por Bongcheon Dong, es probable que te cruces con el espíritu de la señora Cho. Dócil y silencioso. Pero aun así, frío, misterioso y con heridas tan profundas en su rostro, que son capaces de provocarte un infarto.
Las ostras
Las costas de Corea del Sur son tan místicas como la vida misma, siendo la leyenda de las ostras un ejemplo claro de ello. Y es que cuentan que en décadas pasadas, un chico se encontraba haciendo footing al lado de unas imponentes rocas cercanas a la playa.
Pero pese a su habilidad y profesionalismo, el chico se resbala y cae sobre unas rocas lastimándose gravemente el pie. Sin embargo, el joven logró limpiarse la herida y colocarse una venda. Con cuidado, sale de la zona como puede y decide no contarle a nadie sobre lo sucedido. La venda, por otro lado, la deja por 4 días aproximadamente.
Para su sorpresa, cuando llega el día de quitarse las vendas, descubre unas pequeñas ostras pegadas a su piel que, al alimentarse de su propia sangre, se habían adherido por completo a él.
Sin poder arrancar las extrañas ostras de su cuerpo, decide mantener la situación en secreto para no alarmar a sus seres queridos. No obstantes, días más tardes, el chico es hallado difunto sobre su cama, con miles y miles de ostras cubriendo su cuerpo, y cuyo hedor a pez impregnó toda la habitación hasta extenderse por toda la casa.
Fantasmas huevo
En Corea del sur se habla mucho de “los fantasmas huevo”. Se llaman así, efectivamente, por la forma de sus rostros. Sin ojos, sin cejas, sin nariz y sin bocas, estos seres aparecen durante las noches y se quedan acechándote sin ninguna razón aparente.
Cuentan que estas criaturas sin emociones y estaturas bajas, alguna vez fueron personas infelices, sin hijos y sin aspiraciones que al morir, jamás recibieron los rituales memoriales.
Son espíritus sin motivo y despojados de su humanidad que están condenados a una existencia putrefacta en un limbo eterno. Y aunque muchos aseguran haberse topado frente a frente con los fantasmas huevo, muchos otros no han tenido tanta suerte. Porque perecen ante el impacto de los fantasmas sin rostro.
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