“El Arranca Lenguas” es una leyenda brasileña que cuenta como Joao, un campesino brasileño que vivía en una aldea algo cerrada en la orilla del bosque, se adentró en las profundidades del bosque con el objetivo de buscar más leña para su familia.
En uno de sus rutinas diarias bosque adentro, se toma con el mítico Arranca Lenguas. Un monstruo surrealista, cuya fascinación es devorar de un bocado las lenguas de sus víctimas.
La leyenda de “El Arranca Lenguas”
Joao era un campesino brasileño que vivía en una pequeña aldea a orillas del bosque. Para poder comer, calentar agua e iluminarse por las noches, tenía que recoger leña a menudo como parte de sus rutinas diarias. Esto le permitía, además, venderla en el mercado para poder adquirir otros bienes.
Un día, por la misma necesidad de la madera, Joao quiso internarse en el bosque con el fin de cortar leña de la mejor calidad. Sin embargo, sus amigos le advirtieron de los peligros del bosque, y enfatizaban una y otra vez en aquella criatura misteriosa de largos colmillos, fuerza y altura descomunal.
Joao, por supuesto, no creía en cuentos. Y además, le molestaba mucho seguir las órdenes de sus semejantes. Su actitud ante esto era prepotente y arrogante, alegando que aquellos cuentos de terror no eran más que un fraude y una manipulación para controlar a los inocentes.
- ¡Nadie me dice que hacer!- Gritó repetidas veces mientras se internaba en la oscuridad del bosque
- En el bosque habita una criatura antinatural, conocida como “El Arranca Lenguas”.
Joao en el bosque
Aun así, Joao no escuchó. Al contrario, continuó su camino por el bosque para descubrir excelente madera. Y así fue; entre más lejos llegaba, más leña de la mejor calidad había. Era la oportunidad perfecta para ganar buen dinero, pensaba mientras talaba, recogía y continuaba caminando entre la maleza.
Pero, la noche cayó sobre Joao, que prepotente y terco, continúo sin importar la oscuridad. No obstante, el bosque era distinto al anochecer, complicando un poco su regreso triunfal a la aldea.
Sin mirar atrás, Joao corrió y corrió a toda prisa. Sudaba, jadeaba y sentía el corazón latir como nunca antes. Parecía que se saldría del pecho. Y sus rodillas, frágiles y temblorosas, cedieron ante tales movimientos bruscos. Pronto, se encontró en el piso casi inconsciente con la madera regada por todos lados.
Preso ante el pánico y sin alternativas, Joao abrió poco a poco los ojos. E inmediatamente, para su sorpresa, ante él se encontraba una especie de gorila gigantesco de mirada punzante y demoniaca.
En la aldea de Joao, a lo lejos, la comunidad pudo escuchar un grito de pánico proveniente de las entrañas del bosque, perturbando por minutos el silencio absoluto de la fría noche.
Silenciado para siempre
A la mañana siguiente Joao fue encontrado por los hombres de la comunidad. Seguía inconsciente y ensangrentado. Su boca totalmente roja e irreconocible, bañada en sangre y algo desfigurada.
Al recuperar la consciencia, Joao no fue capaz de explicar lo sucedido. Pues, con lágrimas en los ojos y dolor punzante en la boca, descubrió lo que para muchos ya era obvio: no tenía lengua. Ya que había sido arrancada con extrema violencia.
Silenciado para siempre, tal y como otras víctimas en la antigüedad, Joao quedaría marcado y maldito hasta el día de su muerte.
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